Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: De Esferas III. Espumas. 1

Es evidente que se ha agotado la forma de pensar y de vida de la vieja Europa, la filosofía; la biosofía acaba de comenzar su trabajo, la teoría de las atmósferas se acaba de consolidar provisionalmente, la teoría general de los sistemas de inmunidad y de los sistemas de comunidad están en sus inicios, una teoría de los lugares, de las situaciones, de las inmersiones se pone en marcha lentamente, la sustitución de la sociología por la teoría de redes de actores es una hipótesis con poca recepción aún, consideraciones sobre la movilización de un colectivo constituido realistamente con el fin de aprobar una nueva constitución para la sociedad global del saber no han mostrado más que esbozos. En estos indicios no puede reconocerse sin más una tendencia común. Sólo algo está claro; donde se lamentaban pérdidas de forma, aparecen ganancias en movilidad
(Sloterdijk, 2004: 24)

Conflicto sordo

Eugène Galien-Laloue (1854- 1941) Poblado sobre un río (1941)


En estas condiciones, la escena resulta agradablemente pintoresca. Pero debe prestarse atención: cuando las poblaciones invaden los cursos de agua, como dice agudamente Isabel Viana, suceden a veces catástrofes, por otra parte evitables si dejamos al río su lugar.

Emplazarse

Un habitante abre una plaza en su lugar.
Ocupamos lugares horadando con nuestra presencia el sitio físico: abrimos, desbrozamos, nos hacemos lugar para movernos en la vida. Nos confabulamos con nuestros semejantes próximos para juntar fuerzas y desarrollarnos concertadamente: ocupamos y desempeñamos status y roles. Nuestra presencia concertada abre plazas en nuestro lugar.

Habitando, nos emplazamos

Arquitectura vernácula y contexto

Jean-Louis-Ernest Meissonier (1815- 1891) Escena callejera en Antibes (s/f)


Forjadores anónimos de un contexto bien concertado. ¿Pensaron esta sumaria maravilla en el papel o fueron construyendo morosamente en el lugar mismo?

Sentar sus reales el habitante

El habitante ocupa dominando un lugar físico y un lugar social primordiales, tenidos por propios de un modo radical, fundamental.
Sentar sus reales quiere decir, en este contexto, señalar una ineludible soberanía, una esencial dignidad, el más simple —y por ello, fundamental— gesto de la existencia: indicar una presencia, aquí y ahora. Sentando nuestros reales, tenemos lugar.

Se trata del poder efectivo de señalar, con la pura presencia el lugar que realizamos, habitando.

La ciudad viva

María de los Ángeles Martínez (1953) Calle que mira al puerto 1(s/f)


Así palpita, lleno de vida, Montevideo. La artista ha reducido las cosas a sus caracteres esenciales: el puerto que nos trae novedades de más allá del Río de la Plata; las calles, repletas de automóviles que le disputan el lugar a los peatones; éstos últimos, raudos y alertas, dejan que Montevideo los viva, mientras lo recorren de un lado a otro.

Los patrones de habitación

El habitar está configurado, en principio, por un conjunto discreto de estructuras elementales (patrones de habitación).
Kevin Lynch ha descubierto tales patrones en la ciudad: centros o nodos, sendas, bordes, regiones. Christopher Alexander, por su parte, ha propuesto un lenguaje de patrones arquitectónicos que suponen estructuras afines con las que intentamos examinar aquí.

En principio, son patrones del habitar: centros, sendas, bordes, habitaciones, hitos, cruces, regiones, pasajes y redes.

Para entendernos mejor, hoy: Tipo habitable

Definición
1. Configuración de rasgos comunes de un conjunto de realizaciones materiales de lugares o sitios destinados a la habitación. ║ 2. Combinación recurrente de patrones de habitar en diversos edificios en los que se reconoce una conformación similar.

Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: Decimoquinto fragmento

Estamos en una microsfera siempre que estemos:
primero, en un espacio intercordial,
segundo, en la esfera interfacial,
tercero, en el campo de fuerzas “mágicas” de unión y de influjos hipnóticos de aproximación,
cuarto, en la inmanencia, es decir, en el espacio interior de la madre absoluta y de sus metaforizaciones posteriores al parto,
quinto, en la díada-con, o desdoblamiento placental, y sus conformaciones sucesivas,
sexto, bajo la custodia del acompañante inseparable y de sus metamorfosis,
séptimo, en el espacio de resonancia de la voz materna, que saluda dando la bienvenida, y de sus reproducciones mesiánico-evangélico-musaicas.
Sloterdijk, 1998: 485s)

¿Andará Carmen por ahí?

Johannes Marx (s/f -1933) Cigarrería (1889)


Parece un lugar de trabajo tranquilo cuanto taciturno. Pero, ya se sabe, las condiciones del lugar pueden cambiar dramáticamente en cualquier momento.

Las ciudades no son obras de arquitectura

Vean si no la triste historia de Tolouse-Le-Mirail:
No es conveniente encargarle algo tan complejo y delicado como una ciudad a un grupo de arquitectos: harán mejor o peor arquitectura, pero no ciudad. La ciudad hay que dejársela a sus habitantes, a su moroso proceso histórico de poblar los lugares en un plan que nadie sabe mucho en qué termina y que no comienza con ideas brillantes sobre la vida, sino con la vida misma. La ciudad hay que dejársela a los poetas, a los músicos y a los pintores porque ellos perciben aspectos en los parajes que resultan felices intuiciones sobre la potencia de los lugares. La ciudad hay que dejársela a los paseantes, exploradores incansables de la obra de arte mal conocida.

A los arquitectos se les ha de exigir servir localizadamente a la vida humana con buena arquitectura. La ciudad, en cambio, es otra cosa. Llegará un día en que al político que encargue a un arquitecto el delineado de una ciudad futura, lo procesen por abuso de poder.

Sacrificios

Gustave Caillebote (1848- 1894) Pulidores de parquet (1875)


Los amables usuarios de los bienes inmobiliarios deberían justipreciar el trabajo invertido en dejar impecables los diferentes componentes del lugar para vivir.

Identidades trashumantes

Hace algún tiempo comentamos con María Alonso la relación entre la identidad y el arraigo.
Antaño, esta relación era fuerte y dominante: todavía hoy asociamos estas dos ideas como si fuesen inmediata y mutuamente inferibles una de la otra.
Pero hoy es preciso considerar la intensa movilidad de las personas, tanto en las ciudades hasta en el traspaso frecuente de fronteras nacionales. Ahora es frecuente que abandonemos nuestra aldea natal para irnos afincando en diversos lugares, cada vez más distantes entre sí.

Por ello creo, de acuerdo con María, que debemos considerar las contemporáneas identidades trashumantes, que encuentran, aquí y allá, diversos lugares que reciben felizmente nuestras andariegas identidades.

Venerable memoria

Pieter Janssens Elinga (1623- 1682) Habitación en una casa holandesa (1672)


En la actualidad vivimos nuestros espacios domésticos de manera muy diferente. No obstante, algo de los tranquilos interiores holandeses se guarda en un rincón profundo de nuestra memoria cultural.

La miseria moral de la arquitectura mezquina

Odio especialmente esa arquitectura empobrecida para pobres.
Desprecio rotundamente la mezquindad del abaratamiento indigno, de la breve e inestable durabilidad de las baratijas arquitectónicas. Me indignan los atentados violentos al decoro que se perpetran en nombre de las políticas sociales de vivienda. Me deprime la tristeza anti urbana de esos amplios camposantos para vivos que a veces tienen el desparpajo de llamarse conjuntos habitacionales.

Discúlpenme la tristeza.

Para entendernos mejor, hoy: Paradigmas del habitar

Definición
1. Esquemas formales que resultan ejemplares en la arquitectura del habitar ║ 2. Conjuntos estructurados de patrones que configuran unas ocurrencias arquitectónicas recurrentes.

Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: Decimocuarto fragmento

El alma externa —una membrana: con esa idea puede entenderse que sólo a través de ese medio, de esa esclusa, de ese intercambiador, pueda suceder siquiera algo así como construcción del mundo en el campo subjetivo, es decir, en la esfera simbiótica y sus espacios subsiguientes. Como forma de dos lados, la membrana, por una parte, asegura que el mundo, por decirlo así, sólo pueda entrar en el sujeto por mediación del “gemelo” —que transitoriamente se presenta ante todo como madre—; y provoca, por otra, que el Selbst ya esté siempre fuera, con su doble. El sujeto y su complementador constituyen juntos, en primer lugar, una celda de intimidad sin mundo —o con un mundo propio—; pero puesto que el sujeto es informado por su doble, y en principio sólo por él, sobre el volumen del “mundo” en una cultura dada, el acceso al exterior depende completamente para el sujeto en formación de las calidades de membrana del otro interior. En tanto vuela en dirección al otro interior, se desarrolla él mismo en su mundo más amplio. La apertura y amplitud del mundo es el regalo del doble como membrana.
(Sloterdijk, 1998: 400)

La comida proletaria

Albin Egger-Lienz (1868- 1926) Almuerzo (1910)


Desprovista del aparato burgués, la comida proletaria constituye un ritual taciturno, pero no por ello desprovisto de sociabilidad y de etiqueta.

Plumas ajenas: Gaston Bachelard

Cuando se sueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño,
se participa de este calor primero, de esta materia bien templada del paraíso material. En este ambiente viven los seres protectores. Ya volveremos a ocuparnos de la maternidad de la casa. Por ahora sólo queríamos señalar la plenitud primera del ser de la casa. Nuestros ensueños nos vuelven a ella.
Y el poeta sabe muy bien que la casa sostiene a la infancia inmóvil "en sus brazos":1
Casa, jirón de prado, oh luz de la tarde
de súbito alcanzáis faz casi humana, ,
estáis junto a nosotros, abrazando, abrazados.

1 Rilke, apud Les lettres, 4 año, núms: 14-15-16, p. 1.


(Bachelard, 1957)

La sala palaciega

Ludwig Passini (1832- 1903) Salón del Palacio Barbaro (1855)


Un marco suntuoso para una sociabilidad intensa, decididamente más allá de las miserias de la pura necesidad.

La práctica política del habitar

Habitar tiene, como práctica social, un innegable contenido político.
Nuestras elecciones del lugar de residencia, el tipo inmobiliario que nos resulta aceptable, cómo y cuánto pagamos su precio al adquirirlo y al mantenerlo, los modos de habitar los distintos lugares ciudadanos… todo esto tiene un sustancial contenido político. Lo tiene porque contribuye a conformar las ideas y tendencias dominantes sobre el modo social de habitar. Lo tiene porque aporta, con sus contradicciones, a construir revisiones críticas. Lo tiene porque ofrece un modelo antagónico a modos alternativos de habitar y con ello, a la forja de un determinado activismo político en torno al derecho a habitar.

Hay que ver qué hacer con la minúscula —pero nada desdeñable— cuota de poder que cada uno tiene en su vida cotidiana.

Ocios

Henri Gervex (1852- 1929) Café en París (1877)


Lejos de la residencia, también se habitan intensamente aquellos entrañables lugares en donde dejamos morosamente pasar el tiempo. Habitar es estar y transcurrir.

El sentido del concepto de lugar

A lo largo de mucho tiempo nos hemos acostumbrado a considerar, por un lado al espacio, y por otro, al tiempo. En particular, los arquitectos nos hemos preocupado, de manera muy esforzada, por el espacio, una vez que desplazamos nuestro interés por las masas construidas hacia la consideración del aparente vacío que media entre ellas. Al intrigarnos por el espacio, hemos soslayado el tiempo. En un sentido muy general, parece que la idea dominante es que el arquitecto se preocupa y se ocupa por conferir forma al espacio habitado, lo que quiere decir, en términos físicos, que el arquitecto sería un creador o transformador de sitios.
Siguiendo el tradicional divorcio en el pensamiento entre el espacio y el tiempo podemos entender que nos situamos, en principio, en una esfera en donde intercambiamos nuestras ideas, esta esfera está contenida por otra esfera arquitectónica que llamamos salón, este salón está contenido en otra esfera que denominamos edificio… y así hasta los confines espaciales del cosmos.

Pero, por otro lado, si consideramos cómo es que llegamos hasta aquí, podemos recordar nuestros itinerarios, así como proyectar nuestros derroteros futuros y entender que, circunstancialmente, nos encontramos en un punto dado de cruce de múltiples laberintos. Así, habitamos esferas espaciales y laberintos temporales. Es ya hora, me parece, que debamos entender que los lugares que habitamos son esferas cuanto laberintos. Nosotros mismos, sujetos habitantes, no habitamos en el espacio y además en el tiempo, sino que desarrollamos nuestro habitar como una estructura espaciotemporal que puede denominarse, con precisión, como lugar.

Para entendernos mejor, hoy: Patrón del habitar

Definición
1. Modelo elemental de la constitución diferencial de lugares. ║ 2. Muestra de una estructura básica de rasgos que caracterizan diferencialmente un lugar, configurado éste del modo más simple concebible.

Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: Decimotercer fragmento

Sería fácil demostrar que el individualismo moderno sólo pudo entrar en su fase álgida cuando en la segunda mitad del siglo XVIII comenzó la general excomunión de la placenta. El estamento médico oficial, como si se tratara de una inquisición ginecológica, tomó a su cargo garantizar que la recta creencia en el haber-nacido-solo se anclara finalmente en todos los discursos y disposiciones de ánimo. El positivismo individualista burgués, frente a débiles resistencias del romántico compañerismo anímico, impuso socialmente la radical e imaginaria incomunicación de los individuos en los senos maternos, en las cunas y en la propia piel.
(Sloterdijk, 1998: 350)

Museo

Jules Bernard (1849- 1917) Visitantes en el Museo de Grenoble (s/f)

Un museo es un lugar umbral por excelencia. Vamos allí para abandonar por un rato el mundo corriente de los vivos, para apreciar las sombras de lo vivido —antes y con mayor fortuna— y para volver, transformados e inspirados, al mundo dejado en la puerta.
Cabe visitar con provecho la página:

Arquitectura y región

En el ejercicio profesional de la arquitectura actual domina una actitud que desdeña el estudio pormenorizado del lugar en donde se insertará un nuevo proyecto.
Los diversos proyectos y obras parecen tener origen en la mesa de estudio del arquitecto, cuando, por muchas razones, sería preferible que proyectos y obras tuvieran iniciación en cada lugar en que ocurren. Las ideas arquitectónicas parecen emanar de recuerdos o añoranzas de naturaleza autobiográfica del arquitecto, antes que enunciados del propio solar, en donde la obra enraíza. Una obra arquitectónica siempre es una novedad en cada lugar, por cierto, pero esto no quiere decir que deba ser una intromisión, sino un producto legítimo de la tierra, el cielo y el horizonte de un lugar.

La región y sus habitantes exigen a justo título su arquitectura propia.

Aquellos patios

Manuel García y Rodríguez (1863- 1925) Patio interior en Sevilla (1920)


Han cruzado el Atlántico, llevándose la magia de la luz, de las brisas y de las confidencias, todo ello refrescado por la música del agua en la fuente. Cómo podríamos desandar el camino al atravesar un cancel que nos llevara de un patio en Colonia del Sacramento a otro en Málaga. A Julio Cortázar le hubiese gustado la experiencia.

Plumas ajenas: Carl Friedrich Schrörer

Un jardín significa siempre una añoranza a la que se ha dado forma, también un regreso sentimental a la edad dorada, a la vez que un escape hacia la utopía. Siempre está implícito el intento de recobrar en la tierra el paraíso perdido y alcanzar así, por adelantado, el reino de los cielos prometido. El camino para alcanzar esta meta es la reconciliación con la naturaleza; reconciliación sólo posible dentro del arte. La naturaleza vuelve a ser bella sólo en esta elevada esfera, que cuenta con un orden propio. En este contexto, deja de ser pedregosa y dura como tierra de labradío, e intransitable y llena de peligros como la selva. Los jardines resultan de la conjunción de lo bello del arte y de la naturaleza, en lo que están incluidos todos los elementos naturales como el agua, la luz, el aire, el crecimiento, convirtiéndolos en objetos de arte.

(Schrörer, 1992)

La puesta a prueba del talento y del temple

Alex Levitsky y Dimitry Shamatazhi Sala del teatro de ópera de Odessa (2013)


He aquí el abismo del intérprete. No se trata sólo de tener talento, sino de acompañarlo con un temple capaz de lidiar con cientos de críticos inmisericordes.

Signos

En los lugares que habitamos proliferan los signos de nuestra condición.
Son signos de identidad: nuestra fisonomía propia tiene un sentido peculiar en el contexto en donde nos hallamos inmersos. Nuestro lugar nos identifica tanto o más que nuestro vestuario.
Son también signos de memoria. El lugar señalado por el hábito es un sitio tanto vivido como recordado. Las cosas de nuestro mundo abundan en marcas de la vida que las ha implementado día tras día.
Por último, son asimismo signos de referencia. Cada sitio es habitado mediante una referencia mutua entre gentes y lugares. El significado de las actividades de los actores radica en sus relaciones con el escenario disponible

Una semiótica del habitar debe reconocer y describir con rigor teórico todos estos signos.

Para entendernos mejor, hoy: Recinto

Definición
1. Configuración genérica de un ámbito cerrado por la asociación modal de las articulaciones que lo delimitan.║ 2. Figura genérica de una habitación de cualquier tipo.

Algunas notas leídas en las esferas de Peter Sloterdijk: Duodécimo fragmento

Pero el habitar en esferas no puede explicitarse pormenorizadamente mientras el ser-ahí sea comprendido sobre todo desde un supuesto impulso esencial a la soledad. La analítica del dónde existencial exige poner entre paréntesis todas las sugestiones y estados de ánimo de soledad esencial, para cerciorarse de las estructuras profundas del ser-ahí acompañado y complementados.
(Sloterdijk, 1998: 311)

Plumas ajenas: Pedro Azara

Ya sea si se acepta la explicación por la que la escritura tuvo una función fundamentalmente administrativa, como si se acepta una función más mágica o religiosa, según la cual la escritura habría servido para rezar al cielo, para elaborar plegarias o para registrar himnos dedicados a las divinidades. Estamos hablando de que la escritura es de utilidad en sociedades complejas que incluyen un número considerable de personas. No sabemos qué es primero, si la ciudad o la escritura, pero podemos llegar a suponer que la escritura está ligada a la urbanización. Cuesta pensar que la escritura hubiera aparecido en sociedades puramente agrícolas, pues habrían sido autosuficientes y no habrían necesitado del control de bienes para el intercambio. Viendo además su sintonía con la naturaleza, no habrían necesitado de esta interrogación ansiosa de lo que ocurriría en el futuro, que es una preocupación más urbana derivada de la desconexión con el entorno natural.

(Azara, 2013)

Estructura fundamental del lugar

Pedro Figari (1861- 1938) Pampa (s/f)


Todo lugar, en principio, constituye una estructura fundamental. Tal estructura vincula entre sí a la tierra, el cielo y el horizonte. 

Puerta tímida

Artstudiosk El estudio artístico de Sergey Konstantinov (2011)


Las puertas nacen, orgullosas y categóricas, horadando el muro y diferenciándose de éste. Pero hay puertas discretas o tímidas, como en este caso, que sólo a los propios o a los muy observadores les revelan su existencia.

La arquitectura como hecho social y sus consecuencias.

Si la arquitectura, más que aquello que hacen los arquitectos, constituye un hecho social total, esta comprobación tiene algunas consecuencias.
La primera y más importante es que la concepción y demanda de sitios habitables no es privativa de un grupo social específico, sino una facultad que todos y cada uno de nosotros deben ejercer con la mayor conciencia. La segunda es que ni el proyecto ni la construcción son tareas privativas y exclusiva de algunos, sino que demandan el concurso activo de todos.
La tercera es que la verdadera cultura arquitectónica, como componente específico de la estructura profunda de la cultura humana, radica en el habitar como actividad social compleja en su aspecto consciente y razonado.

En consecuencia, hay que indagar en el saber social del habitar, con el fin de dar, por fin, con la estructura profunda de la cultura arquitectónica.