La metonimia del techo

Se suele decir que contar con un techo vale por la expresión tener una casa, un cobijo.
La cubierta es la figura por excelencia del amparo. Por otra parte, su mera sombra —proyección sobre el suelo— ya supone un aquí sumariamente acondicionado. Cubrir un lugar es, desde el punto de vista tectónico, el quid del desafío técnico: todo el talento constructivo se aboca a cobijar una luz, un intervalo susceptible de ser habitado.

Hacer mención a una cubierta es dar con el elemento constitutivo de la arquitectura del lugar.

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