Refugio

James Tissot (1836- 1902) Tormenta pasajera (1876)

En las ocasiones en que el tiempo se vuelve áspero, la arquitectura del lugar se concentra —en la percepción— en su carácter primordial de refugio.



Patrimonio arquitectónico y arquitecturas corrientes

El patrimonio arquitectónico debe considerarse como la composición sintética del valor sociocultural de la arquitectura propia de un colectivo.
Más que contabilizar y valorar esos hechos singulares que son los monumentos, debe prestarse atención a las arquitecturas corrientes.
Estas arquitecturas son testimonio del valor propio del lugar comunitario, en donde todas las voces tienen lugar y donde, de un modo u otro, se conciertan.

El patrimonio arquitectónico no es la suma simple del valor de los monumentos rescatados a las sevicias del tiempo, sino es el producto del conjunto complejo de todos los valores impresos en el palimpsesto comunitario.

Luz sobre el interior

Vilhelm Hammershøi (1864-1916) Estancia soleada (1901)

Cuando la luz se cuela en los interiores se vuelve mágica. Es un privilegio cotidiano disponer de una mancha de luz sobre nuestras cosas. Quizá sea un pequeña asunto, pero se vuelve entrañable y —¡atención!— memorable.



Articulación funcional en la casa

En el habitar contemporáneo domina ampliamente una articulación arquitectónica de tipo funcional.
La funcionalización moderna es un constructo histórico y cultural que hay que deconstruir de modo sistemático. En una vivienda corriente contemporánea parece que, de acuerdo a un buen sentido funcional, se dispone de un ámbito diferenciado para cada uso específico. Basta reparar en el detalle de la denominación premoderna de ciertos ámbitos como “cuartos” o “piezas” que se transforma en los modernos “dormitorios”.

A poco que se repare en la observación de estos ámbitos, se puede comprobar que la determinación funcional cubre sólo una parte de los usos efectivos y supone una racionalización, en cierto modo reductiva, del significado de la arquitectura de la casa.

El decoro en el cabello

John French Sloan (1871- 1951) Domingo, mujeres secándose el pelo (1912)


Mucho antes que se inventaran los secadores de cabello, las coquetas empezaron a dedicar mucha higiene y, sobre todo, embellecimiento a sus cabezas. La ocasión de secárselas al sol la aprovechaban, como es habitual en ellas, con animadas reuniones de conversación. Hoy, el ruido de los secadores entorpece la comunicación, pero ellas siguen hablándose.

La ética tiene lugar

Una teoría arquitectónica no puede omitir su dimensión ética.
Sin embargo, esta dimensión aparece muy dificultosamente en las entrelíneas de la tratadística. Su expresión más clara está contenida en la formulación explícita de los códigos deontológicos profesionales, allí donde se articulan las precisiones sobre la arquitectura como actividad profesional y la conducta esperable de los arquitectos profesionales. Pero nuestro objetivo ahora es edificar sistemáticamente una teoría arquitectónica del habitar. Esto ensancha mucho las perspectivas. Examinar el habitar como ethos, esto es, como acción con contenido moral, implica perfilar, describir y reflexionar sobre la dimensión ética del habitar.

El contenido ético teórico-arquitectónico ya no es la deliberación y la declaración de deberes del arquitecto profesional, sino el examen de acciones sociales que nos involucran a todos, sin excepción, como habitantes.

El gran escape

Fritz Beinke (1842- 1906) Los fugitivos (1906)

Hartos de la disciplina, los locos bajitos optan por huir del aula. Escapan, como no podría ser de otra manera, furtivamente por la ventana, que es el umbral a través del cual todo tránsito es una huida o una intromisión ilícitas

La producción del habitar

El lugar, entendido como sitio habitado es resultado de un obrar productivo del hombre.
La necesidad fundamental es la de estar, esto es, localizarse estratégicamente para la producción social de la vida de los hombres. Se manifiesta esta necesidad en demandas de amparo, de seguridad y de situación adecuada para cualquier forma de producción material. En el sentido más entrañable de la expresión, el lugar se construye mediante complejas operaciones de transformación: todo aquello que implica hacer de un sitio en el ambiente, un lugar en donde se enseñorea una presencia.
El lugar se consuma, en definitiva, como valor, en el uso y goce, en todo lo que podemos concebir racionalmente como habitación.

La contextura histórica del paisaje ciudadano

Ludwig Passini (1832- 1903) Mercado con ruinas romanas (1863)


Vivir una ciudad implica interactuar tanto en un orden cotidiano que se yuxtapone, a veces de modo especialmente logrado, con la presencia del pasado, aún glorioso pese a su condición ruinosa. ¿Cómo serán las ruinas de nuestro presente? (Si es que dejaremos relictos de nuestro pasar por el espacio y el tiempo)

Dimensiones de las prácticas sociales del habitar

El  habitar es una práctica social de constitución compleja.
Parecería en principio que deben considerarse un conjunto rico de elementos, dispuestos en una secuencia no necesariamente lineal, en donde es preciso indagar no sólo en sus elementos o instancias, sino, sobre todo en los vínculos entre ellos entablados. Así, el habitar puede abordarse como una secuencia

·         de prácticas de concepción,
·         prácticas de proyecto y diseño,
·         prácticas de construcción y
·         prácticas de implementación crítica y consumación material, funcional y simbólica.

Lavados localizados

John R. Frazier (1889- 1966) Lavado de pies (1923)


Cuando el agua escaseaba y el baño era un ritual menos frecuente que en la actualidad, proliferaba el lavado localizado en ciertas regiones “críticas” del cuerpo. Si se repara en la forma de los zapatos, puede pensarse incluso que antes de una cuestión de higiene, el lavado de pies era un alivio.

Un signo para la arquitectura

Uno de los signos más antiguos de la idea de arquitectura lo constituye el signo o atributo de Seshat, deidad menor egipcia que amparaba la labor arquitectónica y —repárese en este detalle— también a la escritura y la contabilidad. Este es el signo.
 


 Los entendidos en la cultura egipcia ven aquí una estrella de siete puntas, coronada por un par de cuernos (¿?). Por mi parte, no puedo evitar considerar una representación bastante sugestiva de una planta de papiro, amparada por una suerte de arco o bóveda. Esto me lleva a inferir que aquí podría haber una idea luminosa sobre la arquitectura: un amparo de lo vivo. Un ente vivo, demás está decirlo, que tiene, entre sus muchos usos y propiedades, la capacidad de alojar los signos de la memoria, del plan y del cálculo.

Vecindario peligroso

Jacob Riis (1849- 1914) El callejón de los bandidos (1888)

Uno de los subproductos de la urbanización y la segregación socioespacial: territorios en donde impera un orden de reglas particular, propio del subgrupo social y algo distante del Orden que creemos que domina la Ciudad.



Cielo tormentoso

James Paterson (1854- 1932) Esperando la tormenta (1900)


Al cielo no le prestamos la atención que se merece. Quizá por eso es que a veces se enfurece y nos manda un aviso previo de temporal. Deja de ser un fondo perceptivo para adquirir una figura propia.

Habitar los laberintos

Los avatares del habitar vividos como tránsitos originan la figura del laberinto. La sustancia esencial de su constitución es el tiempo vivido en el propio decurso del transitar. La perplejidad acerca de la situación y el acontecimiento en el lugar no es tanto ¿En dónde estamos?, sino ¿A dónde hemos llegado? En el laberinto de los lugares articulamos nuestra atávica conducta exploratoria con la demiúgica actitud de urdidores de mapas y escrituras que registran en el seno del caos de sensaciones la intuición del orden del cosmos.

Puertos

F. Hens y E. Joors (s/d) Inauguración de la conexión (1880)

Se produce algo singularmente interesante cuando a la escena ciudadana se arrima uno de estos mastodontes flotantes. Hay un choque de escalas que siempre es atractivo.



Cuando dibujamos o escribimos

Hay que pensar en este gesto fundamental de volcarse la consciencia hacia el exterior, hacia una región del espacio que oficie de lugar a la mano, al alcance de la operación y pantalla de proyección.

Hay que pensar en toda la gravedad ritual que significa en su origen. Hay que pensar en la constitución recíproca de un pensamiento participable de un modo social, confrontable con la vivencia subjetiva: un mismo gesto que aúna pensamiento, operación práctica y producción.
Una combinación compleja e indiferenciada de pensamiento, acción transformadora y registro mnemónico puesto al servicio de la constitución plena de una situación y de un acontecimiento.

Arquitectura y paisaje

Alexander Mikhailovich Semionov (1922- 1984) En la plaza del Palacio (1965)


Hay ocasiones en que los pintores agradecen a los arquitectos que estos ofrezcan adecuados marcos a las vistas del paisaje

Lugar: situación y acontecimiento

Consideremos la descripción de un hecho social cualquiera: solemos decir que tal hecho ha tenido lugar de un modo efectivo.
En la locución tener lugar se condensa y sintetiza la caracterización tanto espacial —el hecho ha tenido lugar allí—, como temporal —el hecho ha tenido lugar en cierta ocasión—.

El señalamiento del lugar, entonces, es una especificación espacial y temporal que define la existencia del hecho como situación y como acontecimiento.

¿Teoría o qué? Respuesta a mi amiga Angélica Sangronis

Hace poco, mi buena amiga Angélica Sangronis me ha comunicado, entre otras cosas, que: yo suspendo por ahora el uso del término “Teoría” para entender sentidos y significados que encierren reflexiones sobre el habitar.
Por cierto, da sus razones y concluye por plantearse, en términos operativos, la cuestión del habitar y promete abordar la producción social de sentidos del habitar.
Podría ensayar una respuesta, pero me parece más interesante que sean los navegantes que den respuesta a esta cuestión:


¿En este blog se promueve la construcción de una teoría científica del habitar o se trata, en cambio, de reflexiones particulares que abordan la cuestión del habitar?

Confortable alojamiento

Józef Chełmoński (1849- 1914) Ante la posada (1877)


Antaño, las posadas recibían a sus visitantes con pocos, pero fundamentales servicios: una cama, un plato caliente y hospitalidad. Los actuales hoteles compiten por servicios sofisticados, aunque, en el fondo, sus visitantes sigan necesitando una cama, un plato caliente y humana hospitalidad.

Patrimonio arquitectónico y monumentos

El patrimonio arquitectónico debe considerarse como la composición sintética del valor sociocultural de la arquitectura propia de un colectivo.
Su magnitud se expresa en la intensidad global de todo su conjunto orgánico en correspondencia con el arraigo y profundidad de la valoración social. El patrimonio arquitectónico no se compone de cosas, sino del producto complejo de su valor.

El acervo monumental se constituye en forma diferente. En éste se suman y articulan las instancias particulares de aquellas realizaciones que buscan fijar en el paisaje ciudadano ciertos gestos, comparables a las instancias de escritura, que refieren intencionalmente a la identidad y la memoria histórica.

Ante la puerta

Alexander Mann (1853- 1908) La espera (s/f)


Ante la figura plena, cerrada y sordomuda del muro, el recorte del vano de la puerta configura la expectativa por el ingreso al recinto. Esperamos pacientemente, pues.

Plumas ajenas: Marcel Duchamp

El arte tiene la bonita costumbre de echar a perder todas las teorías artísticas.
Marcel Duchamp