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Bajo el imperio del deseo

Franciszek Żmurko (1859- 1910) A la orden del Padishah (1881)


La mejor de las arquitecturas es la que portamos en los enigmas del deseo. ¿Hay un lugar mejor iluminado, donde mejor reverbere la música de la respiración, donde se aspiren las mejores fragancias y donde proliferen las más tersas texturas?

La mejor de las arquitecturas

Los estudiantes de arquitectura de todos los tiempos hemos buscado, por todas partes, aquella arquitectura que, por ejemplar, nos enseñe el oficio.
Es así que los más afortunados viajan por el mundo, mientras que los más fatigan las bibliotecas en busca de aquella, la mejor de las arquitecturas. Yo todavía no la he encontrado.
Ahora que me estoy volviendo demasiado viejo para que valga la pena persistir, me da por sospechar que la mejor arquitectura es la que portamos en los enigmas del deseo.

Necesitaríamos como el aire las mañas de un Sigmund Freud para indagar en estas profundidades.

Habitar el camino

Hilde Schürk-Frisch (1915- 2008) El caminante (1965)


No incurriré en el inevitable verso de don Antonio Machado. Pero ¿cómo evitar la idea?

Andares

En sus andar, los caminantes hacen su lugar en las sendas, en los cruces, en los umbrales.
Así, no se habitan sólo las estancias o las residencias, allí donde la marcha se detiene. Habitar en movimiento, habitar mientras se marcha, habitar mediante el desplazamiento, son las dimensiones del habitar del errabundo. Hay algo sublime en la transfiguración wagneriana de Wotan en la figura del Wanderer, el errante que fatiga los caminos en su misión.

La teoría del habitar tiene un capítulo importante destinado al tratamiento del habitar en marcha.

La satisfacción emocional

Delphin Enjolras (1857- 1945) Joven leyendo junto a la ventana (s/f)


En general, los arquitectos buscan, como Ernst May en su oportunidad, las satisfacciones emocionales. Sin embargo, es difícil establecer, cuándo la arquitectura lo consigue. Es algo menos inseguro asegurarse condiciones adecuadas de iluminación natural.

Las nueve condiciones propuestas por Ernst May a la vivienda mínima (II)

2.       Los seres humanos no son máquinas de pensar por lo que la vivienda tiene que ser construida para satisfacer emocionalmente al individuo. Esto no sólo se logra mediante la distribución de cada habitación, sino también consiguiendo luz y el sol para la vivienda.

Confieso no entender el argumento. Naturalmente, no se puede no coincidir con esto de que la vivienda tiene que ser construida para satisfacer emocionalmente al individuo. Pero la luz y la irradiación solar son necesarias, en principio, por razones higiénicas de adecuación y no son necesidades puramente psicológicas.

Este punto ha conducido al perfilado de especificaciones más precisas sobre la categoría de la adecuación en la vivienda. Por su parte, la satisfacción emocional parece un designio algo impreciso para ilustrar una norma.

Espíritus sensibles

Thomas Rowlandson (1756- 1872) Los conocedores (1799)

El punto ético del bon vivant no es tanto qué refinamientos llegue a consumir, sino el espíritu que le anima a buscar las cosas bellas de la vida.


Consumo y buena vida

En nuestra cultura suelen considerarse conexas las ideas de consumo y de buena vida.
Para los publicistas, buena vida es la que consigue consumir bienes y servicios especialmente refinados: buenas comidas en excelentes restaurantes, regadas con los mejores vinos y cosas así… en una palabra, consumos. En consonancia, el bon vivant es portador de un refinado sentido del gusto y constituye un paradigma de lo que queda de la aristocracia en la actualidad.

Sin embargo, existe una buena vida que no se reduce al consumo elitista, pero consigue una plenitud que no es sino el refinamiento de la sensibilidad capaz de descubrir muchas cosas singularmente valiosas que no constituyen, por cierto, mercancías. A descubrirlas.

Cuestiones de apertura (75)

¿En qué términos puede desarrollarse la dialéctica entre el arraigo y el desarraigo?

Aguas de fiesta

John Sloan (1871- 1951) Fuente palpitante, Madison Square (1907)

Es algo difícil tratar con el agua. Por eso es preciso tomarse las cosas con dedicación y respeto. El rumor del palpitar del agua bien puede ser una alegría esencial de la que sería miserable privarnos.


La humillación del agua en las cañerías

La vida no puede desarrollarse muy lejos del agua.
Sin embargo, el suministro regular de este elemento en la morada del hombre ha supuesto un largo recorrido histórico. El agua es un elemento singularmente indómito y traicionero. Por eso, cuando la humillamos confinada en las cañerías, ofrece toda su presión para estropear todo con su aleve intromisión.

Debemos tratar al agua con mayor consideración que la actual.

¿El problema de la vivienda popular o del hábitat?

Anónimo Habitación en los suburbios Austria


Desde el desarrollo pleno de la ciudad capitalista, el problema de la vivienda popular ha ido conquistando diversas formas de conciencia política. Una teoría del habitar tiene algunas cosas que decir al respecto.

¿Qué es una política de vivienda, en la actualidad?

Se me ocurren tres alternativas:
  • Una política social, entendida como una política de estado que ataque las vulnerabilidades de la pobreza mediante la redistribución del ingreso social
  • Una política pública compleja, esto es, el resultado de aunar diversas políticas públicas con el fin de promover el acceso universal a la vivienda, entendida ésta como el satisfactor de una demanda social específica.
  • Una política pública, compleja y de proyección estratégica, que asuma el desarrollo adecuado, digno y decoroso del hábitat, en todas sus manifestaciones y en todas sus escalas (locales, urbanas y territoriales).


Elijamos la opción pertinente con argumentos

Tanto del mundo queda afuera

Lawrence Koe (1869- 1913) Idilio (1911)

Encerrados completamente en el más gozoso de los confinamientos. Aquí hay algo privativamente nuestro, afirman con contundencia.

La burbuja erototópica

Puede pensarse que la —única, originaria, o fundamental— propiedad privada legítima es la que tiene expresión en la burbuja erototópica que genera la pareja de amantes.
En efecto, la profunda intimidad no se consigue si no es con el apartamiento del escrutinio e intromisión de terceros. Este ámbito nuestro pueden vindicar a justo título los amantes que, gozosos, se confinan de buena gana en él.

Lo que es materia discutible es la caracterización adecuada de esa propiedad privada: única legítima, originaria o quizá fundamental. La cuestión está abierta.

¿Por qué no les preguntamos?

Rudolf Kremlička (1886- 1932) Limpieza (1919)

En vez de constreñir los muros en torno a los muebles, ¿por qué no preguntarles a las que saben, y no tomar la facilitación de las tareas domésticas como pretexto? Hay que ver qué piruetas hay que hacer para mantener limpios los lugares estrechos.


Las nueve condiciones propuestas por Ernst May a la vivienda mínima (I)


1.       El orden de las habitaciones se distribuye de manera que las tareas domésticas sean posible con un mínimo de esfuerzo. Circulaciones innecesarias se evitan y las partes más importantes de las viviendas están tan equipadas como sea posible.

Fue así que desaparecieron los vestíbulos, las antecámaras, los espacios umbrales.
Los estrechos pasillos se vuelven singulares dispositivos articuladores, a la vez que se minimizan sus dimensiones. El imperativo de que las partes más importantes de las viviendas estén tan equipadas como sea posible lleva al estrechamiento de los ámbitos en torno a las cosas de vivir. Todo esto en pos del estrechamiento abaratador: las tareas domésticas no resultan más aliviadas con la falta de espacio, por cierto.

Los arquitectos adoptamos con torvo convencimiento la consigna de racionalizar y minimizar. Por otra parte, la legislación y la reglamentación en referencia a las viviendas populares o de interés social transforman los mínimos en normas.

Cuestiones de apertura (74)

¿El término ‘lugar’ reemplaza con ventaja el término ‘edificio’ u ‘obra arquitectónica’?

Hitos del más largo camino

Anna Marie Wirth (1846- 1922) Interior del palacio (1922)

Hay que poner atención y sensibilidad sobre la disposición de los objetos en la dimensión tanathotópica del habitar.


Sobre la acumulación: memoria y dimensión tanathotópica1

Hay algo maniático en la conducta ordinaria que opta por acumular objetos a título de recuerdos.
Se trata de una escritura menesterosa: en vez de redactar memorias, los fondos de los cajones hacen caudal de signos ostensivos. Un programa de teatro guardado es una fútil maniobra contra la evanescencia del momento quizá mágico que ya se desliza hacia el olvido. Un mochuelo de cerámica es portador de nuestro paso no suficientemente detenido por Atenas. Un antiguo compás pretende hacernos creer que aún recordamos los tiempos en que dibujábamos sobre el papel.
En definitiva, vamos acumulando objetos portadores de signos de la vida ya pasada. Hitos del camino a la muerte como única certeza. Cuando colmatemos los cajones y escondrijos, entonces moriremos y, como dice, el inmortal Horacio Ferrer, se irán los recuerdos en puntitas de pie.


1 Del griego tánathos, muerte

Ese mar que siempre recomienza

Heinrich Hellhoff (1868- 1914) Niño en la playa (1914)

El placer de la habitación de las costas radica en establecerse en el borde que separa dos regiones del mundo: una propia y ocupada y otra ajena y expandida.

El título de esta entrada constituye un préstamo de un verdadero poeta como Paul Valéry:
La mer, la mer toujours recommencée
Ô récompense après une pensée
Qu’un long regard sur le calme des dieux !

Habitación de los bordes

Ya se ha comentado antes que los bordes ejercen una cierta fascinación: las costas son claro ejemplo de ello.
Es que habitando los bordes experimentamos la diferencia de las regiones. Nos emplazamos, a la vez, en Uno y Otro Lados: lo extraño irrumpe en la perspectiva posada en lo propio.

La habitación de los bordes intensifica la pertenencia al lugar propio, allí donde éste tiene un definido confín.

Irrupciones

Augusto de Luca (1955- ) Autorretrato (1996


Irrumpimos en el espacio y en el tiempo con el mundo ya hecho de antaño. Nuestro contexto nos precede y nos aloja más o menos de buen grado. Es preciso no sólo amarlo, sino conocerlo tan profundamente como pueda nuestro aliento vital. Y dejar algo que no desmerezca nuestro mísero presente.

Arquitectura, contexto y contextualismo

Roberto Fernández (1999, 2000) croquiza a su manera el contextualismo, mediante tres gruesos trazos críticos:
  • El proyecto contextualista es aquel que propone lugares deducidos de lugares
  • El contextualismo aparece afectado de topofilia, esto es, amor al lugar.
  • El contextualismo concibe a un tipo de arquitectura deducida del contexto urbano preexistente y al cual se dirige casi como con la voluntad de proveer una prótesis de la anatomía faltante. (Gobbi, s/f)

Cabe comentar, punto a punto:
  • La pretensión de deducir lugares de lugares, es una superchería fácil de desenmascarar: toda intervención humana en un contexto constituye, en el mejor de los casos, una inferencia interpretativa producto de una apreciación contingente del contexto.
  • La topofilia, más que adherir afectivamente al lugar –lo que es, en todo caso, encomiable pero insuficiente— se compromete con el conocimiento profundo del lugar.
  • Por su parte, la pretensión de erigir una prótesis de anatomía faltante es un ejercicio flagrante del peor narcisismo arquitectónico. La atención  cabal al contexto vuelve sinceramente humilde al arquitecto, que adopta una disposición heurística profunda.


Todo parece que no hay otro camino razonable que atender con acuidad y sensibilidad al contexto, sin incurrir en equívocas ideologías contextualistas

Cavidades

Tommischneider (s/d) En la caverna de Katafygi, Grecia


Acaso los mitos acerca de la caverna primitiva no sean más que nostalgias de aquellas húmedas cavidades de donde hemos sido expulsados, no sin dolor de nuestras madres.

La vivencia del histerotopo. Interiores y colpoprácticas

En gran parte de la literatura sobre el habitar se suele invocar, apenas empezado el discurso, la experiencia entrañable del interior. En este sitio hemos diferido la ocasión de tratarlo sólo cuando otras muchas cuestiones fueran, al menos, presentadas.
Es que el tratamiento de la cuestión del interior es compleja por involucrar una dimensión propia de éstos, una profundidad que no es perspectiva. Esto quiere decir que la profundidad propia del interior no la vence la marcha, ni la mera visión: se trata de una dimensión de la que sólo dan cuenta las colpoprácticas, esto es, las prospecciones de la profundidad específica que tienen de suyo los ámbitos interiores, las cavidades (kolpos, en griego). Sloterdijk ha nominado esta dimensión como histerotópica, esto es, la dimensión intrínseca de los úteros y otras cavidades.

Penetrar de modo cabal en un interior es algo muy diferente que marchar, consiste en adentrarse, de conquistar por prospección la interioridad del ámbito por el sujeto.

Cuestiones de apertura (73)

Pedro Azara ha defendido la idea que afirma: La estética es una ciencia (o un método). ¿Qué puede comentarse?

Cierto lado de atrás de las cosas

Thomas Annan (1829- 1887) Barrio bajo en Glasgow (1871)

Cuidado con esas ciudades que se desarrollan magníficas, por una parte, mientras que por otra dejan a su paso lugares de olvido.


Lugares del olvido

La ciudad contemporánea se explaya sobre el territorio circundante, pero de un modo discontinuo.
En efecto, así como las arquitecturas ocultan vergonzantes sus lugares olvidados tanto por los arquitectos como por los habitantes, la ciudad va dejando, en su expansión, no-lugares con vocación de olvido, de soslayo, de ignorancia. Estos no-lugares vacantes de uso legitimado se abren a la oportunidad de la economía informal, soterrada y marginal.

Cuidado con las ciudades que se van desentendiendo de tales lugares de olvido: en algún momento llegarán funestas noticias de su poblamiento.

No se tome mi discurso al pie de la letra

Ernst May  (1886- 1970) El Rundling, en el barrio de Römerstadt en Fráncfort.
  

Puede decirse, sin faltar a la verdad, que la realización arquitectónica es singularmente interesante, aunque el discurso correspondiente resulte, en el correr de la historia, bastante nefasto.

El Movimiento Moderno y el existenzminimum (III)

Examinemos ahora otro esclarecedor pasaje de la ponencia de Ernst May en el II CIAM:
Aun hoy es extraordinariamente difícil para muchos arquitectos comprender que en la construcción de viviendas, el aspecto exterior de los volúmenes y la distribución de las fachadas no debe ser considerados como los principales tareas de los arquitectos, sino que la parte más importante del problema es la construcción completa de la célula individual de vida y que a ellos les corresponde, además, la tarea urbanística de incorporar a la imagen de la ciudad la suma de estas células de vivienda, es decir el barrio, para que de este modo se creen las mismas condiciones favorables para cada elemento individual de vivienda.
Aún en pleno siglo XXI, los arquitectos que optan por proyectar y construir vivienda popular abrevan en estas fuentes. Hay que observar:
  1. Es comprensible que el estudio de la distribución en planta reemplazara a cierto ocioso fachadismo finisecular. Ahora, el aspecto general de las construcciones de alojamiento popular no están condenadas necesariamente a la pobreza compositiva o a la supresión total del diseño.
  2. De este pasaje se extrae el equívoco todavía actual que confunde un complejo habitacional —agregado de viviendas— con un barrio. Equívoco fatal que destroza la trama histórica de la ciudad, a golpes de buena voluntad viviendista.

Los antiguos Siedlungen, hoy

Ernst May  (1886- 1970) Siedlung Westhausen Francfort,


Nadie puede dejar de reconocer el esfuerzo heroico del arquitecto en las penosas circunstancias de su época. No obstante, la mejor prueba de respeto es analizar críticamente su pensamiento y concebir las cosas en concordancia con las actuales condiciones.

El Movimiento Moderno y el existenzminimum (II)

En el Segundo Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, celebrado en Frankfurt am Main en 1929, el arquitecto alemán Ernst May  interpreta a su modo la demanda social popular:
Procuradnos viviendas que, aunque pequeñas, sean sanas y habitables y ante todo facilitadlas con alquileres asequibles.
He aquí un primer pecado original: haber interpretado de esta manera la demanda social.
En primer lugar y en las condiciones sociales e históricas imperantes allí en esa circunstancia, puede señalarse:
  1. La respuesta de una sociedad mercantil-capitalista a la demanda es una-cosa-con-valor-de-mercado, esto es, una mercancía a título de vivienda. Desde la perspectiva actual, lo que necesita el proletariado son lugares en donde vivir, más que simples viviendas.
  2. Una concesión indebida al economicismo: aunque pequeñas. En buen romance, baratas o, peor aún, abaratadas en tamaño o en calidad y duración. Quizá se sospechara que la residencia burguesa era excesivamente holgada; lo cierto que se buscaban mínimos tolerables. En la actualidad, es exigible el tamaño conforme, más que mínimos estigmatizadores.
  3. Otra condición de hierro del sistema: accesibles por alquileres bajos. Esto conduce, antes que a la accesibilidad social, al abaratamiento del producto en ubicación urbana, calidad constructiva, durabilidad y estigmatización simbólica.

Más que digno de verse

Jules Tavernier (1844- 1889) Atardecer sobre la Cabeza de Diamante (1888)

Lo recuerdo en el corredor del hotel, con un libro de matemáticas en la mano, mirando a veces los colores irrecuperables del cielo.

Jorge Luis Borges, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”

Apreciar el cielo como una alegría esencial

De la observación de la bóveda del cielo nos percatamos de los signos del tiempo, el tono de fondo del ambiente, de las calidades de la luz sobre las cosas.
Puede parecer banal, pero llega a ser muy significativo para quien confinado por la enfermedad o la cárcel, padece privado del mínimo y habitual vistazo al cielo.

Por eso debemos asegurarnos, como un requisito fundamental de nuestras adecuadas condiciones de existencia, de la entrevisión, siquiera distraída, de la cubierta total del lugar.

Cuestiones de apertura (72)

¿Cómo resignificar el cabal significado del término ‘residencia’?

Para curar una antigua cuita

Thomas Cole (1801- 1848) Expulsión del Edén (1828)


Colegas: escuchemos con atención y paciencia y perspicacia. El Proyecto quizá anide en el fondo del psiquismo del comitente.

Arquitecturas para los exiliados del Paraíso

A título de sugerencia: trabajar en la hipótesis que trabajamos con exiliados del Paraíso.
Esto quiere decir que los comitentes no viven, necesariamente, en el Mejor de los Mundos Posibles, sino que en el fondo de sus espíritus guardan oscura memoria de un lugar del que han sido apartados. Indagar en sus deseos es entonces, recurrir al desolvido, a la anamnesis del Lugar que Merece Ser Habitado.

Por un momento, podríamos creer de buena fe, que el Proyecto no radica en el Genio que ilumina al Arquitecto, sino en el psiquismo profundo de quien le encarga la obra.

Todo por aprender. De cada pormenor.

Elizabeth Forbes (1859- 1912) Salida de la escuela (1889)


De cada pormenor de los ámbitos escolares, los niños aprenden siempre algo. Los arquitectos escolares deberían indagar la cuestión a fondo.

Lo que los niños aprenden de sus ámbitos escolares

En principio, los escolares aprenden mucho de lo que les enseñan sus maestras. Pero también aprenden algunas cosas del propio ámbito que habitan un día sí y otro también.
Las lecciones elementales de geografía se originan en la observación atenta de la propia aula, de los lugares ocupados por cada uno. A través de tránsitos guiados, se van confeccionando sucesivos mapas: de la escuela, del entorno circundante, de los elementos patrones del vecindario: sendas, bordes, cruces, centros, hitos…
A pesar de la arquitectura panóptica, donde todos y cada uno de los rincones está bajo el escrutinio vigilante de la Institución, los niños consiguen escondrijos secretos, reservadas geografías que logran ocultar a sus vigilantes. Aprenden de la pluralidad de los mapas y de los territorios.

Resulta fascinante indagar en cuánto del mundo aprendemos en los lugares de la escuela y no es, precisamente, sólo lo que nos enseñan las maestras.

Sujeto sospechoso

Caricatura del arquitecto Ernst May (1929)


¡Cuidado, arquitecto armado con las mejores intenciones! ¡Y con regla T y escuadra!

El Movimiento Moderno y el existenzminimum (I)

En el Segundo Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, celebrado en Frankfurt am Main en 1929, el arquitecto alemán Ernst May  interpreta a su modo la demanda social popular:
Procuradnos viviendas que, aunque pequeñas, sean sanas y habitables y ante todo facilitadlas con alquileres asequibles
Y agrega:
Aun hoy es extraordinariamente difícil para muchos arquitectos comprender que en la construcción de viviendas, el aspecto exterior de los volúmenes y la distribución de las fachadas no debe ser considerados como los principales tareas de los arquitectos, sino que la parte más importante del problema es la construcción completa de la célula individual de vida y que a ellos les corresponde, además, la tarea urbanística de incorporar a la imagen de la ciudad la suma de estas células de vivienda, es decir el barrio, para que de este modo se creen las mismas condiciones favorables para cada elemento individual de vivienda.

Más adelante analizaré estas aseveraciones. Por ahora, invito a leerlas muy atentamente.