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Sobre esferas y laberintos

Si consideramos la representación más sencilla posible de nuestras propias situaciones y acontecimientos podemos urdir dos tipos de figuras: por un lado las esferas y por otro, los laberintos.
Sobre la noción de estancia y el dominio espaciotemporal que implica, uno puede concebir que habita una esfera que tiene por centro su emplazamiento corporal consciente y por radio una cierta extensión: esta envolvente vaga sólo puede representarse, de un modo simple y en principio, como una esfera. A su vez, partiendo de la noción de trayecto y del desplazamiento, considerando la complejidad intrínseca de su traza, podemos también concluir que habitamos efectivamente un laberinto.
Podría pensarse que las representaciones primordiales del habitar adquieren ya la figura de un sistema concéntrico de esferas o bien, la figura de un laberinto. Nuestra existencia consiste en habérnosla con ambas figuras, alternadas o complejamente imbricadas.

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