Nuestro
mundo habitado es, en lo que toca a su forma, diversamente articulado.
Así,
mediante ciertos elementos articuladores, oponemos aquí y allá, dentro y fuera,
allende y aquende. La forma de los lugares que habitamos tiene en sus articulaciones
sus principales elementos condicionantes. Podría casi decirse que la propia
forma de nuestro hábitat se denota principalmente a través de las
articulaciones del lugar.
Por
eso hay que prestar peculiar atención a los umbrales, zonas tenidas por erógenas por Charles Jencks.
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