En el espejo del habitar humano, la arquitectura proyecta
sus determinaciones finalistas: su sentido humano primero y último.
Tanto la materialidad construida así como la actividad
proyectual son, en esta perspectiva, medios eficaces para transitar de un
estadio del habitar efectivo a otros estadios, deseables y posibles. En esta
asunción, el protagonista es, con todo derecho, el habitante.
En el habitar humano se manifiesta la clave significativa
y esencial del esfuerzo arquitectónico: toda la peripecia posible del hacer propio el mundo constituyendo
lugares.
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