Los bienes arquitectónicos tienen un hecho constructivo
referente, configurado como un estado (de conservación, de uso, de valor
simbólico).
Su valor material radica en el estado material de
conservación, la calidad constructiva original, la coherencia histórica en la
sustitución de elementos, el valor intrínseco de los materiales y componentes,
el valor artesanal del trabajo humano empleado y el incremento o decremento de
valor por el uso. Por su parte, los valores inmateriales radican en la
valoración social subjetiva de sus funciones principales, la referencia
histórica a sus moradores o usuarios, sus valores escultóricos y
estético-arquitectónicos, su condición de objeto testigo de una época,
escenario de eventos o personajes memorables o de la figuración arquitectónica
de mitos históricos.
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