Más
allá de las determinaciones particulares de forma y contenido, existe una arquitectura profunda de la casa que se desarrolla en los
límites escalares, los laberintos del habitar y en las ceremonias de tránsito y
estancia propios de sus ámbitos.
Esta
arquitectura profunda de la casa constituye un patrón antropológico fundamental
que ofrecerá un valor heurístico operativo para la reflexión. La consigna será
entonces: para quienes pensamos en la forma de la arquitectura, meditar sobre
la contraforma del habitar como forma del contenido.
Sólo
así podremos, después, proyectar y construir los edificios que alojen en su
vientre tanto a la arquitectura profunda de la casa, así como a la propia vida
humana, tan necesitada de cuidado y atención.
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