El
lugar a habitar en principio se sueña.
El
discurrir cotidiano y las experiencias de vida se van transformando, poco a
poco, en ideas con contenido y forma. Tras las ideas subsisten deseos,
expectativas, fantasías, utopías y también proyectos. Luego, estas ideas y
expectativas se confrontan con las posibilidades materiales y concretas.
Habitamos entonces en una tensión entre aquello que es y lo que debería ser.
Es
preciso indagar a fondo en los sueños del habitar: ¿Habrá para ello un
psicoanálisis específico?
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