El habitar es una conducta que se configura como ethos, según una perspectiva.
Esta perspectiva implica reconocer en el habitar una conducta o estructura de comportamientos que se observan vinculados a valores de índole moral: la felicidad y la adecuación, formulados en términos muy generales. Por otra parte, es apreciable que todos los humanos habitamos, pero lo hacemos de diferentes modos, según pautas culturales y también idiosincrásicas. Es constatable que, dado un conjunto específico de circunstancias, optamos por vivir de uno u otro modo, según hayamos construido nuestras creencias, actitudes y valores.
En la medida en que nuestra conducta al habitar es resultado de una opción, en un marco de modos facultativos de hacerlo, la forma y modo de habitar no es el resultado necesario de un orden natural de cosas, sino propio de un ethos.
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