Pensar el ambiente desde una perspectiva de
habitación, como una zona de enmarañamiento que rompe cualquier límite que
podamos definir entre la interioridad de un organismo y la exterioridad del
mundo, nos brinda un rumbo para ubicar la experiencia vivida del
involucramiento (engagement) con nuestros entornos dentro de dinámicas de sistemas abarcativos de
los cuales estos involucramientos son una parte. Esto significa un comienzo, al
menos, para cerrar la brecha entre el mundo tierra-cielo de nuestra experiencia
y el ambiente global de la tecnociencia. Es tomar el primer paso en el diseño
de ambientes para la vida. El segundo paso es reconsiderar el significado del
diseño propiamente dicho. ¿Qué puede significar diseñar cosas en un mundo que
está perpetuamente en obra a través de las actividades de sus in-habitantes,
quienes tienen la tarea, sobre todo, de mantener la vida andando más que
completar proyectos ya especificados desde el inicio?
Ingold,
2012
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