Desde el punto de vista genético, la cultura se
construye sobre la base de dos lenguajes primarios. Uno de ellos es la lengua
natural, utilizada por el hombre en el trato cotidiano. Su papel en todas las
construcciones secundarias de la cultura es evidente y no requiere aclaraciones
[...]
Menos evidente es la naturaleza del segundo
lenguaje primario: se trata del modelo estructural del espacio. Toda actividad
del hombre como homo sapiens está ligada a modelos clasificatorios del
espacio, a la división de éste en “propio” y “ajeno” y a la traducción de los
variados vínculos sociales, religiosos, políticos, de parentesco, etc., al
lenguaje de las relaciones espaciales. La división del espacio en “culto” e
“inculto”, espacio de los vivos y espacio de los muertos, sagrado y profano,
espacio sin peligro y espacio que esconde una amenaza, y la idea de que a cada
espacio le corresponden sus habitantes
—dioses, hombres, una fuerza maligna o sus sinónimos culturales—, son una
característica inalienable de la cultura.
(Lotman, 1992)
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