La habitación de un lugar supone la irrupción de un hecho
contingente en un orden necesario: implica la conformación de un artefacto en
la naturaleza y también una conquista.
Tal conquista debe verificar una cierta legitimidad: ¿con
qué derechos naturales hacemos propio un territorio? En realidad, puede
pensarse que con ninguno, pero es preciso, no obstante, construir una humana legitimidad.
Esta humana legitimidad puede reivindicarse en el valor
de adecuación de la forma de la
habitación del lugar a las solicitaciones del contexto en donde se aloja.
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