Una
teoría del habitar es una esperanza epistemológica para la arquitectura, ya se
ha dicho antes.
Supone
esto un compromiso agudo: hay quienes esperan encontrar una ciencia en la
propia construcción o en el diseño. Pero, a nuestro juicio, la teoría del
habitar toma adecuada distancia de aquello
que hacen los arquitectos, para observar e interpretar aquello que la gente hace en los lugares donde y cuando habita. En
las primeras alternativas para la consecución de una ciencia en la arquitectura
se puede advertir una cierta viciosa circularidad. Es posible, en cambio, urdir
y desarrollar una teoría del habitar fuera —pero no por cierto divorciada— del
compromiso constructivo y de su anticipación ideal.
La
teoría del habitar tiene vocación clara por constituir una ciencia social; una
antropología, en otras palabras. Así, todo está por hacerse.
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