Los
arquitectos y, sobre todo, los estudiantes de arquitectura, suelen prestar
principal atención a las ocurrencias excepcionales del arte de proyectar y
construir, sobre todo cuando aparecen en las satinadas páginas de las revistas
especializadas.
Ya es
tiempo de reclamar alguna atención a
las arquitecturas corrientes, estas que no aparecen publicadas, pero a las que
ilumina la luz cotidiana. En estas arquitecturas podemos tener una cabal
experiencia del habitar los lugares, en vez de la fantasmática y visual
experiencia de la arquitectura publicada.
El
desafío es aprender de la arquitectura cotidiana y real, de la vulgar y
corriente, de aquella que podemos tener una efectiva experiencia una y otra
vez.
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