Se ha
dicho que habitar es una práctica social que aúna unas teorías o
representaciones con la acción social.
Tanto
las teorías como las representaciones tienen un trasfondo de atavismos forjados
históricamente. Se trata de hurgar en el devenir menudo de la vida cotidiana
para comprender, primero, que estas representaciones son efectivamente
históricas y por tanto contingentes, segundo, que son revisables y, por fin,
será el tiempo de proponer nuevos modos racionalmente discurridos para un
habitar que nuestro tiempo merece.
Es
necesaria una historia social del
habitar, mancomunada por una rigurosa crítica
del mismo.
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