En la actualidad el firme vínculo entre la idea de arte y
la de producción se ha deshilachado hasta volverse casi irreconocible.
Pero si se volviese a afianzar, entonces la muerte del arte, de producirse
efectivamente, alcanzaría nada menos que a una de las facultades constitutivas
de nuestra condición humana. En la actualidad, sólo ciertas producciones se
consideran arte; las más se designan como oficios.
Acaso lo que esté muriendo no sea el arte en sí, sino una
cierta idea sobre éste: en tal caso
la idea clásica de tekné podría quizá
renacer metamorfoseada.
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