Si el ambiente
es un referente real y continuo, un paisaje
es una figura significativa que no sólo hace referencia a una región ambiental
dada, sino que solidariza, como signo,
a ésta con un interpretante humano.
El habitar humano
—no ya sólo la vida de los especímenes humanos— implica una interposición
semiótica cardinal: un paisaje que se percibe, que se conoce, que se valora,
que se transforma.
Un paisaje entraña, en primer lugar, la configuración de
un marco a través del cual lo dado del ambiente adquiere positivamente valores
de figura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario