Las prácticas de concepción del habitar informan de un modo particular las
construcciones materiales y simbólicas del habitar al configurarse, de modo más
o menos consciente en estilos de habitar, los que son expresión física,
existencial y simbólica de estilos de vida socialmente configurados.
Los estilos de habitar se manifiestan, al menos, en tres
aspectos fundamentales. En primer lugar, constituyen prácticas de construcción
de identidad, esto es, una
sistemática proyección de una fisonomía particular sobre un escenario que se
arregla según una legítima apropiación. En segundo término, también constituyen
efectivos reservorios de memoria,
toda vez que el estilo de habitar registra atavismos, tradiciones y costumbres
que tienden a persistir a lo largo del tiempo, confrontadas siempre con las
mutaciones históricas. Por último, existe un importante aspecto en lo que toca
a la referencia, esto es, a la
asignación recurrente de significado a las formas dispuestas en el habitar.
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