El hombre, puente
tendido entre el homínido y el humánido merced a la aparición de la cultura,
deja de pertenecer al ecosistema del azar, la necesidad y el instinto, y erige,
guiado por la voluntad y la inteligencia, el antroposistema de la criatura que sabe
que va a morir y procura inmortalizarse con sus obras.
Así como la
unidad estructurante de la hilosfera es el “campo unificado” del corpúsculo y
la onda y la unidad autocatalítica de la biosfera es la célula, la persona es
la unidad de la antroposfera.
(Vidart,
1997)
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