Los proyectos del habitar se urden con la materia de los
sueños.
En cada rincón que uno ocupa según las peculiares
circunstancias que le rodean, uno sueña con alternativas. La dura realidad nos
impone por cierto constreñimientos, pero nunca dejamos de soñar: porque, en
definitiva, proyectar es soñar. Es de esperar que los proyectistas profesionales
del futuro puedan operar efectivamente con las sustancias oníricas del deseo
más auténtico: otro mundo, más habitable,
será posible.
Tiene que sernos posible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario