Hace algún tiempo comentamos con María Alonso la relación
entre la identidad y el arraigo.
Antaño, esta relación era fuerte y dominante: todavía hoy
asociamos estas dos ideas como si fuesen inmediata y mutuamente inferibles una
de la otra.
Pero hoy es preciso considerar la intensa movilidad de
las personas, tanto en las ciudades hasta en el traspaso frecuente de fronteras
nacionales. Ahora es frecuente que abandonemos nuestra aldea natal para irnos
afincando en diversos lugares, cada vez más distantes entre sí.
Por ello creo, de acuerdo con María, que debemos
considerar las contemporáneas identidades trashumantes, que encuentran, aquí y
allá, diversos lugares que reciben felizmente nuestras andariegas identidades.
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