Odio especialmente esa arquitectura empobrecida para
pobres.
Desprecio rotundamente la mezquindad del abaratamiento
indigno, de la breve e inestable durabilidad de las baratijas arquitectónicas.
Me indignan los atentados violentos al decoro que se perpetran en nombre de las
políticas sociales de vivienda. Me deprime la tristeza anti urbana de esos
amplios camposantos para vivos que a veces tienen el desparpajo de llamarse conjuntos habitacionales.
Discúlpenme la tristeza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario