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Las ciudades no son obras de arquitectura

Vean si no la triste historia de Tolouse-Le-Mirail:
No es conveniente encargarle algo tan complejo y delicado como una ciudad a un grupo de arquitectos: harán mejor o peor arquitectura, pero no ciudad. La ciudad hay que dejársela a sus habitantes, a su moroso proceso histórico de poblar los lugares en un plan que nadie sabe mucho en qué termina y que no comienza con ideas brillantes sobre la vida, sino con la vida misma. La ciudad hay que dejársela a los poetas, a los músicos y a los pintores porque ellos perciben aspectos en los parajes que resultan felices intuiciones sobre la potencia de los lugares. La ciudad hay que dejársela a los paseantes, exploradores incansables de la obra de arte mal conocida.

A los arquitectos se les ha de exigir servir localizadamente a la vida humana con buena arquitectura. La ciudad, en cambio, es otra cosa. Llegará un día en que al político que encargue a un arquitecto el delineado de una ciudad futura, lo procesen por abuso de poder.

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