Sloterdijk ha reparado en que, habitando, nos sumergimos en ciertas esferas.
Hay que reparar en las consecuencias estéticas de este
fenómeno. Ya no podemos contentarnos con la perspectiva visual, la que supone
una conveniente distancia apta para la contemplación, que Kant quiere
desinteresada. No hay distancia y es imposible caer en una actitud de ilustrado
desinterés.
En el habitar estamos inmersos y nuestra experiencia
estética allí es cualquier cosa menos kantiana.
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