La isla antropógena es un lugar de
metamorfosis: en ella las manos animales (Pfoten) de los preadamitas se transforman en manos
humanas. Los homínidos se convierten en quiroprácticos, que por medio de sus
recién adquiridas manos establecen relaciones extrañas con las cosas. Sí, la
existencia de “cosas”, en el sentido de objetos manejables y públicos en torno
a nosotros, es ya un reflejo mundano del acontecimiento que supone que un día
en la sabana ciertas islas de monos emprendieron el camino a la adquisición de
manos. Donde se mantuvieron las manos animales, los seres vivos en su totalidad
quedaron encerrados en repertorios limitados, todavía animales, de modos de
aprehensión. El asimiento con las manos animales es sólo un escalón previo de
la configuración del mundo. Sólo cuando una mano coge las cosas, las encuentra
manualmente o las arregla manipulándolas, comienza la transformación de lo que
está y queda en derredor en algo utilizable. Éste es, en toda su sencillez, el
primer acto de la producción de mundo; con él comienza la autoinclusión de los
isleños. Conduce a aquella clausura extática, que en la filosofía del siglo XX
se habría de llama el ser-en-el-mundo. Quien es en el mundo tiene útiles a
mano; donde hay útiles cerca, no puede estar lejos el mundo.
(Sloterdijk, 2004: 280s)
Comentarios
- Es un hallazgo estupendo el denominado
quirotopo, esto es el lugar en donde la manipulación —el ejercicio de las
manos— es la protagonista.
- Puede entenderse que el mundo mismo es
un producto de la humana manipulación
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