El hombre es el único que no sólo es tal como él
se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la
existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el
hombre no es otra cosa que lo que él se hace. …este es el primer principio del
existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en
cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto sino que el hombre
tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el
hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza
hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El
hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un
musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto;
nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá
proyectado ser. No lo que querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por
querer es una decisión consciente, que para la mayoría de nosotros es posterior
a lo que el hombre ha hecho de sí mismo.
(Sartre, El
existencialismo es un humanismo)
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