En
principio, podemos entender que la forma es lo manifiesto a priori de un
fenómeno, mientras que el fin es inferible, inteligible o verificable a
posteriori. Siguiendo esta línea de razonamiento, en el tiempo tanto como en la
conciencia, el fin ‘sigue’ o ‘sucede’ a la forma. En lo que toca al habitar, el
modo de habitar un lugar se manifiesta en una forma que se cumple o verifica
eficazmente en el fin efectivamente alcanzado. Así, la forma de habitar
constituiría la causa eficiente del habitar, mientras el fin sería,
recíprocamente, la causa final, conclusiva.
Forma/fin,
entonces, constituiría el par de los momentos en que puede pensarse un modo de
habitar.
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