Las
reflexiones de Heidegger concluyen: hay una construcción que erige lugares, hay
una arquitectura cuya determinación esencial es habitarla. “La esencia del
construir es el dejar habitar”... “Sólo si somos capaces de habitar podemos
construir” (Heidegger, 1954: 118).
El
sentido que adoptan estos enunciados, aparte de su constitución ontológica, es
múltiple: en una perspectiva teleológica, responde a una finalidad tenida por
posible en arquitectura; en una visión antropológica, señala un designio humano
propio a la empresa de construir los lugares que efectivamente poblamos;
mientras que adopta un sentido también ético al señalar el compromiso que el
arte de la construcción tiene con el habitar. Aquí, también nos involucra desde
el punto de vista epistemológico: ¿en qué
orden es imperioso ordenar los conceptos para erigir una teoría de la
arquitectura fundada en el habitar?
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