La
falaz formulación del problema de la
vivienda de interés social revela la inconsecuencia política de una
concepción que entiende el problema del habitar contemporáneo en clave de
acceso a un satisfactor. Es así que se produce, financia y coloca, no sin
grandes dificultades, viviendas relativamente abaratadas —que no baratas— para
los sectores depauperados, cuando de lo que se trata es de desarrollar la
ciudad y cada uno de sus lugares de una forma democrática, inclusiva y justa.
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