En
vez de presuponer, de modo soberbio y despótico, aquello que el comitente
necesita, los arquitectos deberíamos indagar en las capas profundas de su
deseo.
Allí
tienen lugar las verdaderas motivaciones que mueven a los sujetos. Se trataría
de indagar analíticamente el trasfondo de los requerimientos, que aparecen
apenas en forma falazmente racionalizada en los requerimientos más o menos
explícitos.
Porque
la clave está en lo que no llega a
decirse.
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