Todo
parece indicar que la historia de muy larga duración del habitar mostraría una
evolución desde formalizaciones relativamente sencillas, profundamente
significativas, en correspondencia con rituales también engañosamente simples,
aunque sobrecargados de significación y hieratismo. El proceso evolutivo, de
acuerdo con nuestras hipótesis, conduciría a la complejidad y proliferación de
formalizaciones, las que irían conquistando significaciones cada vez más
específicas, a costa de la síntesis rica y ambigua del orden primitivo,
haciendo de los rituales de la habitación una trama cada vez más articulada de
actitudes.
En la
escena contemporánea, fruto de esa redistribución del significado en órdenes
más complejos, se advierte la constitución de complejas estructuras con
significados fuertemente jerarquizados, yuxtapuestas a la presencia de los
denominados no-lugares, esto es, sitios en donde impera el anonimato y la
rarificación de la significación.
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