La
vida cotidiana aparece, en algunos cuadros de George Tooker, ya bajo la alarma
de la inseguridad, ya con el peso del tedio, ya con la anomia. Cualquier cosa
menos una buena vida.
En
otras pinturas, la buena vida aparece con frecuencia ligada a los modos de vida
burgués: allí y cuando los cuerpos se abandonan a la calma, el lujo o la voluptuosidad. Esto, cuando se alejan de
la actividad productiva: el trabajo, el estudio, o cualquier otro esfuerzo.
Sin
preconizar un generalizado hedonismo, cabría preguntarse por las condiciones
sociales y culturales para difundir las formas de la buena vida allí en toda
ocasión en que efectivamente tenga lugar.
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