La última
de las diez condiciones es que un lugar es un
garante de la noche subjetiva. (Sloterdijk, 2004:383)
El
habitar del lugar se ahonda precisamente allí donde lo onírico reemplaza a la vigilia,
allí donde nos abandonamos a reelaborar las vivencias en las oscuras regiones
de lo que quizá sea posible.
De
este modo se redondea la caracterización, que aparenta ser exhaustiva, sobre el
variopinto conjunto de condiciones necesarias para que un sitio conforme,
cabalmente, un lugar
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