La
Real Academia, en su Diccionario
afirma que la arquitectura es el arte de
proyectar y construir edificios. De esta manera, la arquitectura se
confunde con aquello que hacen los arquitectos. Corresponde analizar
críticamente esta definición y proponer una alternativa.
- El carácter general de arte no puede interpretarse hoy en sentido restrictivo de oficio o profesión especializada. Es más apropiado y ajustado a la realidad considerar la arquitectura una actividad social de producción, que involucra, además de los arquitectos profesionales, a los empresarios constructores, obreros, financistas, actores estatales y… comitentes, todos ellos mutuamente involucrados.
- La especificación en las tareas de proyecto y construcción es reductiva. La actividad social de producción arquitectónica comprende también la concepción, demanda, financiación e implementación en el uso.
- Por último, los edificios no son necesariamente el producto final de la actividad social de producción, sino apenas un caso, que, en definitiva, más que unos fines en sí mismos, son medios para implementar unos fines. Los fines son por cierto diversos, pero en la mayoría de los casos, el fin principal de los productos arquitectónicos es habitarlos. De ello se desprende que la arquitectura no siempre y necesariamente produce edificios, pero sí siempre produce lugares, esto es, sitios para habitar.
Por
estas consideraciones, una posible formulación alternativa es:
Actividad
social de producción que concibe, proyecta, construye e implementa lugares.
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