En
arquitectura prestamos mucha atención a todo aquello que se percibe mediante el
sentido de la vista. Recíprocamente, dejamos de lado las percepciones con otros
sentidos.
Debe
considerarse el papel que tiene el sentido del tacto en la estética arquitectónica. Por ello, debemos apreciar las
texturas de las cosas: tersura, aspereza, frialdad de piedras pulidas o calidez
de maderas, proximidad o lejanía de superficies.
También
en el plano cognoscitivo debería reconsiderarse el papel de la percepción con
la piel: conocimiento de primera mano,
intransferible.
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