Aquí
se ha defendido la idea que el producto de la actividad arquitectónico es,
siempre un lugar.
En
primer término, porque la categoría lugar es más inclusiva que la de edificio.
Los productos arquitectónicos no tienen, por fuerza, que ser necesariamente
edificios, pero sí lugares. Un ejemplo sencillo de esto es una plaza.
En
segundo término, el vocablo lugar hace mención a la determinación final del producto. Un edificio es un
medio para habitar, no un fin en sí mismo. Lo que es un fin en sí mismo es el
habitar el lugar.
En un
tercer término, el concepto de lugar entiende no sólo una cosa como una escena
o sitio físico, sino que supone un vínculo entrañable y complejo entre el
sujeto habitante, su situación y el ámbito comprendido.
Por
ello el concepto de lugar tiene un papel crucial en la Teoría del Habitar.
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