Se
produce una tensión particular en los bordes: se habita una frontera
participando a la vez de aquí y de allá.
El
lugar de lo propio se muestra en su finitud, lo que implica que se le confiera
una forma. El territorio adopta figuras de región. Si en el interior de ésta
uno está inmerso, en los bordes se asoma con una cierta expectación.
A
través de los bordes, tanto como desde el cielo, provienen las novedades, las irrupciones,
las otredades.
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