La
exploración de una caverna es, en esencia, una experiencia de la profundidad de
un puro interior.
Habitar
una caverna es un puro adentrarse, complementado con una salida contundente. Es
un tópico recurrente equiparar la caverna al útero materno. Sin embargo, existe
una radical diferencia: mientras que en la caverna es todo entrar, del útero somos arrojados fuera, eyectados al
mundo.
La
caverna tiene algo de la simplicidad de lo primordial.
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