Tomo
prestado el título de mi amigo Daniel Eskibel.
A
pesar de los persistentes y renovados errores de los pedagogos, los niños algo
aprenden. Pero padecen la enseñanza y
no disfrutan el aprendizaje. Por fortuna, el afecto de una maestra hace
milagros, pero, en los últimos tiempos la escuela —y no hablemos del liceo— es
un escenario de conflictos y malestares que afligen a niños, maestros y padres.
Parte no menor de la cuestión radica en las condiciones sociales y ambientales
donde se desarrolla la educación.
También
esto atañe a la teoría del habitar
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