Quizá
el gesto más primitivo —reptiliano,
quizá— en las conductas al habitar estribe en la acumulación de objetos.
No se
trata sólo de la acumulación de bienes —objetos con valor— o de insumos
—alimentos, medicamentos, productos de limpieza, vestimenta y otros— o de
utensilios. Se trata, en general, de diversos trastos cuya principal
implementación es la memoria y referencia. Cualquiera puede, con cierta
paciencia y método, remedar a Georges Perec y aplicarse a una fatigosa
enumeración de todo aquello que pulula en el fondo de un cajón o aún prolifera
en una mesa de trabajo.
Y
llegará a la melancólica conclusión que la mayoría de las cosas son meros
cachivaches puros evocadores de la vida que ha pasado.
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