Los valores
arquitectónicos son varios y cambiantes según los talantes de los fruidores.
Hay
una especial sensibilidad tectónica que aprecia las nobles piezas bien
ensambladas de la carpintería tradicional japonesa. Por otra parte, se
desarrolla en ciertos ánimos una acuidad especial en torno a colores y texturas
bien compuestos en el espacio. No falta quien aprecie con agrado las
equilibradas proporciones de los órdenes clásicos. En general, son
sensibilidades, acuidades y juicios que se refieren a los artefactos en sí.
Pero
debería prestarse alguna atención a cómo las arquitecturas son iluminadas por
la vida: allí también hay valores propiamente arquitectónicos.
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