Atendiendo
al habitar, hay que considerar una estética propia de la situación inmersa.
Esto
quiere decir: no podemos constituir una distancia estética a semejanza a la
contemplación visual de un objeto plástico. El distanciamiento sujeto-objeto
debe construirse en la autoconciencia del primero. La experiencia estética del
habitar, entonces, es una experiencia de percepciones y valores apreciados por
un sujeto inmerso en su lugar.
Se
trata de una experiencia estético-axiológica singular que merece un abordaje
específico
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