Nuestras
ciudades se desarrollan como mosaicos socioespaciales.
En
distintas regiones urbanas se reparten el territorio los diversos segmentos
sociales: allí los muy ricos, allá los no tan ricos, más allá los pobres y en
los intersticios, los pobrísimos. Una vez que se segrega de esta manera, las
tribus urbanas se vuelven hostiles: los pobres planchas atemorizan a los ricos chetos,
que cruzan la calle toda vez que no viajan en automóvil. De allí que los muy
ricos se confinen en barrios cerrados (gated communities) que alejan el
pobrerío, la delincuencia y los forasteros. Un barrio, antes territorio diverso
es ahora el lugar de la gente como uno.
Los
conflictos violentos se hacen, una ocasión sí y otra también, cada vez más
agudos.
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