A los
arquitectos interesa el erigir estructuras estables y durables.
Por
ello, aquí dedicamos mucha atención a la conformación de la arquitectura del
lugar en sus manifestaciones relativamente más perdurables. Pero creo que
también es conveniente prestar algún interés a las formas efímeras, tenues,
lábiles del habitar. En primer lugar, porque también son arquitecturas, en tanto formas construidas —en el sentido amplio de
la expresión— que se habitan según unos arreglos sumarios del cuerpo en el
lugar.
También
porque estas formas efímeras habitan a su modo las arquitecturas construidas
con madera, ladrillo, piedra, hormigón… Y quizá sean, en cierto modo, enlaces o
interfaces entre el cuerpo y la construcción.
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