Hay
ciertas fantasías que alimentan ciertas ensoñaciones.
Una
de ellas quiere que del lugar brote, como si fuese de una semilla, la obra
arquitectónica que aquél merece. Generalmente, los arquitectos operan
nihilizando el lugar, haciéndolo equivalente a una plana superficie en blanco,
que mucho se parece, por lo demás. a una hoja de papel. Así uno se olvida por
un momento de las particularidades orográficas y los accidentes naturales que
le dan carácter. A veces este “momento” dura incluso hasta la ocasión del
replanteo, cuando comienzan las obras, con lo que se producen enojosos
descubrimientos de última hora.
Distinto
sería proyectar en el terreno mismo, observando cómo de los distintos puntos
emergen las directivas que señalan el camino a la arquitectura del lugar.
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