Peter
Sloterdijk ha señalado una dimensión de los lugares que se desarrolla en una
zona de especial interacción humana. A esta dimensión la denomina erototópica, esto es, la dimensión del
campo o domino de deseos humanos.
Tengo
para mí que es una dimensión que aproxima o distancia a los sujetos según unas
tramas discretas y sustraídas a la dimensión nomotópica función del ejercicio
del poder que genera orden social.
Pienso
en resquicios, en pasadizos, en lugares residuales en donde se cruzan, furtivas
y cómplices las miradas de quienes, no siempre sin escándalo, subvierten el
Orden. Quizá los lugares tengan ciertas porosidades, grietas o ciertos atajos,
diferentes en todo a las sendas en el dédalo de las ciudades, en donde se
libran aleves avances y huidas, complicidades y competencias, amores y celos.
La
dimensión erototópica, entonces, es doblemente desafiante: por su furtividad y
levedad. Sin embargo, no hay modo de ignorarla en la arquitectura profunda de
los lugares.
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