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Errancias

Las formas devaluadas del pragmatismo contemporáneo desdeñan el andar en su esencia, esto es, en su carácter de pura errancia.
Todo parece indicar que ahora se trata de circular, lo que quiere decir, desplazarse expeditivamente de un lugar partida a otro lugar meta. Se podría replicar a esto que el turismo es la versión contemporánea del vagar, gozosa exploración de lugares nuevos. Pero es ilusorio: la industria turística se afana por hacer del deambular un guiado derrotero de un punto de consumo a otro. El paseo, como tal, parece no interesar a nadie si no es a condición que se vuelva, de una forma u otra, una oportunidad de venta-y-consumo.

Sin embargo, ¿de qué manera podremos adueñarnos legítimamente de nuestras ciudades si no es con fructíferas errancias?

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