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Precisiones éticas (III)

Por fin, la última cuestión de las planteadas por nuestra autora reza: “¿cuál sería el ideal de felicidad, el ideal de una imaginación bombardeada por todo género de propaganda?” (Cortina, 1986: 139).


Podría reponerse que, más allá de los depósitos dejados en la imaginación por la propaganda, siempre radicará, en lo hondo de la conciencia del sujeto un recurso propio y legítimo al que podrá interrogar. Todo parece indicar que el ideal de felicidad sólo es accesible a través de un análisis ético profundo y comprometido, mediante una trabajosa prospección que desoculte la semilla recóndita del deseo.

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